Juan Echevarría relata la llegada de Nissan y el cierre de la planta de Barcelona.
Dicen que van a ganar los socialistas y queremos saber si nuestra inversión está segura”. Faltaba todavía año y medio para la amplia victoria electoral de Felipe González cuando Tetsuo Tabata, alto directivo de Nissan Motor, planteó su duda a Juan Echevarría Puig, el principal artífice del desembarco de la multinacional japonesa en España. “Yo entonces no tenía trato con Felipe González, pero lo contacté, le pedí que ayudara a convencerlos y así lo hizo. Organizamos un almuerzo en el antiguo restaurante Escuadrón, de Madrid, y González estuvo brillante, con un discurso más liberal incluso del que yo habría hecho”.
Es una de las muchas anécdotas que Juan Echevarría Puig (Barcelona, 1924) aporta para ilustrar cuán importantes son las relaciones personales, el contacto directo, y también la política para las inversiones japonesas. El socialista González las cultivó desde Madrid –“amenazando incluso si veía peligrar las plantas”– mientras desde Catalunya Jordi Pujol desplegaba toda una estrategia diplomática para captar inversiones. “Yo no comparto las ideas de Pujol, pero reconozco que su labor como presidente de la Generalitat fue brillante, y en el caso de Japón, decisiva”. “Juntos conseguimos que los príncipes herederos (ahora emperadores) visitaran la planta de la Zona Franca. Nunca habían visitado una fábrica en su país y nunca han vuelto a hacerlo. Estuvieron encantados y la visita tuvo una gran repercusión en Japón. Más tarde en uno de sus viajes Pujol llegó a almorzar con el emperador. Se estableció una comunicación directa, que se ha perdido”, rememora.
Ese descuido de las relaciones con Japón no es la causa principal, pero sí que explica en parte cómo se ha dejado morir la planta de Barcelona hasta que hace diez días se anunció su cierre. “Comunicarse con Nissan Europa, que no tiene ningún aprecio por Motor Ibérica, sino todo lo contrario, no sirve para nada”. “Solo los sindicatos venían avisando de lo que ocurría, y las administraciones han reaccionado tarde y con el interlocutor equivocado”. El mejor ejemplo, el encuentro de Pedro Sánchez en Davos con tres directivos de Renault y ninguno de Nissan. “Quién puede asegurar que no va a haber reducción de plantilla? Ningún presidente de empresa porque las circunstancias cambian, Pero el Gobierno español se aferró a aquella ilusión, se adormeció y ahora llega el cierre”.
“¿Qué debería haber hecho? De entrada convocar al embajador de Japón y pedirle que concertara un encuentro no con el presidente de Nissan, sino con el primer ministro japonés, porque allí la relación política es de gran importancia”, señala. Con todo, admite que el gran culpable de la situación es la propia Nissan. “Dejó de ser una empresa equiparable a Toyota, se colocó al borde de la quiebra y tuvo que ser salvada por la Renault de Carlos Ghosn. Y Renault se lo ha hecho pagar. Nissan se quedó sin personalidad, sin alma, llena de burócratas”,
“Una plantilla extraordinaria está ahora en la calle; solo le pido que no ataque a los concesionarios”
Y, a su juicio, para la planta de Barcelona ha resultado fatal su dependencia de Nissan Europa, donde mandan los ingleses y solo se vela por la fábrica de Sunderland”. “Durante años han ido reduciendo plantilla en Barcelona, han frenado las inversiones y han enviado productos efímeros, de poca venta y decadentes. Así es muy fácil decir que la planta de Barcelona no es rentable. Son ellos las que la han hecho no rentable, con el consentimiento de Nissan Japón y de Renault”.
Después de 34 años en una empresa que llegó a tener 13.000 empleados y dónde durante 18 años ejerció como presidente, Echevarría se retiró en el 2000, pero la sigue muy de cerca y continúa en contacto con aquel Tabata que en su día se inquietó por los planes del PSOE. Fue, junto con Hiroshi Ariga, uno de los más estrechos colaboradores de Takashi Ishihara, el presidente de Nissan Motor que promovió la expansión de la compañía. Los tres negociaron hace 40 años la compra de Motor Ibérica a finales de 1979, cuando la canadiense Massey Ferguson decidió desprenderse de su 36% y, sin ampliaciones de capital a la vista, la empresa se veía abocada a la suspensión de pagos. Echevarría era entonces secretario del consejo y secretario general de Motor Ibérica, con Jaime Argüelles como presidente. “Un encuentro en el Princesa Sofía con Ishihara, Tabata y Ariga permitió cerrar el acuerdo por el que Nissan tomó el 36% de Motor Ibérica por 3.000 millones de pesetas (unos 18 millones de euros ahora)”. Una operación que salvó la empresa pero que topó con trabas burocráticas inexplicables hoy en día, hasta el punto de que la compra se tuvo que firmar en Ginebra. Y también con la oposición de “algunos miembros de la dirección que hacen todo lo posible para que no se haga la operación. Incluso niegan a los japoneses despacho en Motor Ibérica y los obligan a alquilar oficinas en la Diagonal”. La discusión se zanja dos años después, en 1982, cuando Nissan toma la mayoría (53%) y Echevarría es nombrado presidente. Luego llegaría hasta el 100% actual.
Echevarría destaca que una plantilla y unos proveedores tan preparados – “auténticos ingenieros de montaje y de diseño”- no se puede perder y habría que buscar una alternativa”. “¿Tesla? ¿Una planta de baterías? Quizá podría ser”, reflexiona. “Esa plantilla extraordinaria se encuentra ahora en la calle y protesta como puede. Solo les pido que no ataquen a los concesionarios, que también son víctimas”, añade.
La Motor Ibérica que el martes pasado habría cumplido 100 años rozó varias veces el precipicio, pero consiguió salir adelante. “Tuvimos un episodio terrible en 1974 cuando Francisco Fernández Ordóñez fue nombrado presidente del INI. Nos comunicó que debíamos dejar de fabricar furgonetas y camiones, porque eso lo haría la empresa pública Enasa. A cambio, se comprometía a que Enasa nunca fabricaría tractores, cosa que Motor Ibérica no hacía. Por suerte su mandato fue efímero, solo de febrero a septiembre, y la cuestión se olvidó”.
“Comunicarse con Nissan Europa, que no tiene ningún aprecio por Motor Ibérica, ha sido un error”
Ahora se emociona al pensar que el cierre es irreversible. “Estos días no paro de recordar unos versos que creo que son de Jorge Guillén: he perdido el tiempo, la vida, como se pierde un anillo cuando se arroja al agua”.